domingo, 22 de marzo de 2009
The Last Renmant
El mundo de fantasía poblado por criaturas y reliquias insondables, vuelve a amanecer.
Por fin llega a compatibles The Last Remnant, el esperado y ambicioso proyecto de Square Enix que tuvimos oportunidad de ver el año pasado en Xbox 360. El resultado, en esta ocasión, es bastante superior al de la consola de Microsoft, sin embargo sigue distando algo de lo esperado. Le falta el punto revolucionario a su jugabilidad que se anunciaba, aunque esta edición dispone de un acabado tecnológico muy aceptable.
Square Enix anunciaba The Last Remnant a bombo y platillo el verano del año pasado. Su empleo de Unreal Engine 3.0, el prisma que iba a adoptar y las novedades para un sistema de combate inédito eran sus principales reclamos que, además, venían acompañados de un lanzamiento mundial simultáneo, una agradable novedad en las discriminatorias políticas de marketing de la compañía nipona.
En The Last Remnant podemos salvar partida siempre que lo deseemos. No obstante también hay que tener cuidado puesto que no hay checkpoints, y el único guardado será el que nosotros hagamos. Esto en batallas masivas acaba siendo un problema.
Buscando a Irina
The Last Remnant comienza de la forma más convencional posible. Sin introducción, contexto o presentación alguna se nos planta en la perspectiva de Rush Sykes, el protagonista, que busca en el bosque a Irina, su hermana desaparecida.
Al presenciar una brutal batalla masiva, Rush acaba viéndose inmerso en un conflicto entre bandos que luchan por la posesión de los Remnants, una serie de artefactos mágicos que se han convertido en el pivote sobre el que gira este mundo de fantasía. Los bandos que apoyan y que están en contra de los Remnants se enfrentan entre sí, y la figura del Conqueror aparece para someter a todos los artefactos sea cual sea su poder.
El protagonismo de Rush pronto irá dando paso a la interesante amalgama de personajes que lo acompañan –bastante más que el poco carismático héroe-, y conoceremos a David, a Emma y, por supuesto, al mencionado Conqueror.
La campaña individual es la única oferta jugable de The Last Remnant, y se prolonga durante algo más de 50 horas. A pesar de que al principio cuesta bastante empatizar con el protagonista y sus secundarios, lo cierto es que a partir de la mitad de su desarrollo la cosa empieza a cambiar, deparando incluso algunas escenas espectaculares con batallas auténticamente masivas y un argumento que va enganchando poco a poco al espectador premiándole por su paciencia.
Por el camino conoceremos abundantes personajes, visitaremos ciudades y las inevitables mazmorras, mientras progresamos por la densa historia principal y a través de las abundantes misiones secundarias. Lamentablemente, como ya hemos señalado, a menudo no se transmite una sensación real de avance, y será habitual tener la sensación de que no estamos progresando más allá del más puro material de relleno.
El fino hilado entre misiones principales y secundarias es uno de los mayores problemas de The Last Remnant. Falta cohesión, y el planteamiento de la mayoría es, cuanto menos, irregular.
Dando Órdenes
The Last Remnant es un juego de rol por turnos, donde tendremos a nuestra disposición varias unidades que formarán nuestro equipo y a las que daremos órdenes. Cada subgrupo se divide en lo que se llama “unidades”, compuestas por cinco personajes.
El mayor problema del videojuego en este campo es que damos órdenes muy genéricas en lugar de especificar como en otros títulos del género. Hay incluso una opción para dejar a los personajes que, literalmente, hagan “lo que les parezca”; lo que da una idea aproximada del concepto y la ligereza que presenta el videojuego en este campo.
De este modo no podemos aplicar ordenes específicas a personajes concretos, así pues si queremos curar a uno de nuestros hombres, no podremos primar su salud sobre los del resto de la unidad, debiendo restaurar a todos por igual. Lo mismo sucede en ataque, donde no podemos focalizar los ataques. Todo esto hace que nuestro control sobre lo que sucede en pantalla sea más bien escaso, y la sensación de las órdenes engañosa.
El empleo de la cámara en las luchas es uno de los grandes aciertos del juego. Se trata de un estilo muy cinematográfico que se desplaza entre las diferentes unidades para ofrecernos un panorama frenético y acertado.
El sistema funciona razonablemente bien cuando tenemos a un buen puñado de soldados y personajes a nuestro mando, y debemos configurar los grupos de unidades para que estén equilibrados y hagan un buen trabajo empleando los mimbres con los que contemos. Sin embargo en la primera mitad de juego no tenemos a muchos hombres a nuestras órdenes, con lo cual el procedimiento de combates tan sencillos acabará dando lugar al tedio a corto-medio plazo.
Por otra parte cabe destacar que a pesar de lo aparatoso de los interfaces de pantalla, lo cierto es que las opciones en realidad no son demasiado profundas. Las masivas batallas que se producen en la segunda mitad de su campaña son un ejemplo de que el concepto funciona correctamente en determinadas circunstancias, sin embargo para llegar hasta ellas hemos tenido que afrontar ya un buen puñado de horas del modo historia.
El fuerte, por lo tanto, acaba siendo la planificación de cada batalla, por encima casi del desarrollo de la misma. Aprenderemos aquí los pros y contras de cada formación, y descubriremos poco a poco –y no sin abundantes tropiezos-, cómo compensar las debilidades de un tipo de personaje con las fortalezas de otro.
Hay, asimismo, algunos quick time events que salpican los combates, y que de vez en cuando requieren algo de destreza por nuestra parte. Es una variedad agradable, que no sucede en demasía, pero que cuando aparece muestra un cierto gusto por alternar turnos con tiempo real de forma habilidosa.
Si tenemos paciencia y sabemos descubrir las ciertas virtudes que, sin duda, The Last Remnant esconde descubriremos un juego francamente notable, y que puede deparar algunos momentos interesantes. En el género de los JRPG siempre hay que tener paciencia, puesto que son títulos de un desarrollo muy pausado. Sin embargo el sentido del ritmo no es lo que más requiere de nosotros en lo nuevo de Square, es más bien el propio concepto del videojuego que puede atragantarse a más de uno.
Enfrentamiento tecnológico
El apartado visual de The Last Remnant era uno de los que más pasión levantaba en el proyecto, y había mucha ilusión por comprobar qué podía hacer un estudio de sobrada reputación gráfica como Square con un motor del potencial de Unreal Engine 3.0.
Uno de los aspectos más desconcertantes de The Last Remnant es el hecho de que no podemos personalizar los ítems, vestiduras o protecciones de los personajes. El único sobre el que tendremos control será el protagonista.
Sin embargo el resultado en Xbox 360 fue increíblemente decepcionante, y pese a que en lo que respecta al diseño artístico el título es francamente notable tanto en compatibles como en consola; el conjunto desmerecía muchísimo por la irregularidad de sus gráficos y, sobre todo, por su nefasto acabado en términos de imágenes por segundo.
En Pc esto se ha solucionado notablemente con un trabajo de optimización muy superior al que en su momento vimos en la consola de Microsoft. Podremos adaptar el videojuego a las posibilidades de nuestro equipo merced a un buen puñado de opciones gráficas y técnicas que nos permitirán definir de forma muy concreta el detalle de personajes, la resolución de la pantalla, la calidad de las texturas, sombras y efectos, la distancia de dibujado y un largo etcétera de parámetros con los que personalizar la experiencia al máximo.
Las más espectaculares batallas del último tercio de juego deberán ser superadas prácticamente de forma seguida. Será imposible guardar partida entre medio, con el riesgo que ello conlleva.
El juego, por si fuera poco, también ha mejorado muchísimo la duración de los abundantes tiempos de carga que separan las escenas jugables de los combates o de las cinemáticas, etcétera. Los tiempos eran larguísimos en Xbox 360, mientras que en Pc son idénticos en número pero muy inferiores en duración.
The Last Remnant ocupará en nuestro disco duro la friolera de 13 gigas, un desembolso de espacio sencillamente brutal. Sin embargo todo esto se traduce en un rendimiento muy mejorado que nos ha deparado en el equipo de pruebas –AMD 4200 X2, 8800 GT, 2Gb Ram- unas tasas de imágenes por segundo muy estables de entre 40 y 50 frames, con todas las opciones gráficas maximizadas.
Sin embargo en el aspecto técnico echamos de menos un poco de atención por parte de Square a la hora de trasladar los menús e interfaces desde Xbox 360 y Pc, puesto que siguen conservando las molduras y los iconos de la consola de Microsoft. Un fallo pequeño pero que hubiera resultado fácilmente solucionable y que no hace sino entorpecer lo que debería ser un intuitivo manejo por los menús del videojuego.
Fantástico trabajo de mejora el que atesora este The Last Remnant en su versión para Pc. Tasa de imágenes por segundo estable, y tiempos de carga de una duración razonable eran dos aspectos necesarios.
Por otra parte, y continuando con las irregularidades, hay algunos escenarios preciosos, con un nivel de detalle altísimo; pero estos se alternan directamente con otros vacíos y descuidados, que parecen genéricos y de relleno. Esto es aplicable también a los movimientos de los personajes, algunas animaciones de combate son espectaculares pero las más corrientes, por ejemplo el protagonista andando, continúan siendo muy mejorables.
En cuanto al apartado sonoro hay que señalar que el score musical cumple con mucha solvencia, y que el videojuego llega a nuestro país con la única traducción al español de los textos. El doblaje está en inglés o japonés, y su presencia es ciertamente escasa puesto que se prima la lectura por parte del jugador de grandes cajas de texto por encima del empleo de las voces de actores para narrarlos.
Valoración de The Last Remnant
El prometedor The Last Remnant de Xbox 360 mejora ostensiblemente en la versión de Pc gracias a un acabado técnico muy superior. Square Enix nos brinda un título rico en imaginería y con destellos de brillantez.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario