miércoles, 22 de octubre de 2008

Warhammer 40.000: Soulstorm

Lejos de desfallecer, el universo Warhammer vuelve a abrir sus brazos a nuevas guerras.

Soulstorm vuelve a agitar el universo Warhammer. Dawn of War se prepara para recibir su tercera expansión, y lo hace con los brazos abiertos. Nuevos vehículos, nuevas razas y una campaña todavía más larga y espectacular.

Soulstorm es, muy probablemente, la última expansión del primer Warhammer 40.000. Hace unas semanas nos hacíamos eco de la noticia de que Relic se encuentra ya trabajando en Dawn of War 2, lo que aumenta las posibilidades de que esta sea el último add-on del memorable título de estrategia que asombró allá por el 2004.

Este cierre del primer bloque de Warhammer es, como también adelantamos hace unos días, el último trabajo de Iron Lore, el estudio que elaboró con mimo esa joyita del rol-acción llamada Titan Quest. El estudio interno de THQ se ha ocupado del desarrollo de este juego ya que sus creadores originales, como ya hemos señalado, están ocupados con la segunda entrega. Doble atractivo por lo tanto para Soulstorm; por un lado el comprobar como sigue evolucionando una saga estratégica de gran calado tanto crítico como comercial, y por otro ser testigos del trabajo póstumo de Iron Lore, su gigantesca opereta espacial que mantiene intactos los grandes atractivos de la saga. El juego, además cuenta con la siempre bienvenida característica de no necesitar del juego original para funcionar.

Soulstorm es la nueva demostración de que la saga Warhammer 40.000 sigue en plena forma. Con sólo un puñado de añadidos y reajustes, la nueva expansión se torna un imprescindible para los fans de las series, y un producto muy recomendable para comenzar a acercarse al universo Dawn of War.

Colores de Guerra

Un sobrio video de introducción con voz en off nos explica la progresiva entrada de las diferentes facciones al sistema planetario Kaurava por su interés estratégico. Un sistema dominado por la Guardia Imperial, y por el que pujan todas las razas del universo Warhammer.

La campaña, y por extensión el multijugador si contamos con todas las expansiones, constará ahora de la friolera de nueve facciones, todas ellas con sus importantes diferencias y peculiaridades. A los Eldar, Orcos, Tau, Marines Espaciales, Necron, Guardias Imperiales y Ejércitos del Caos se unen, en esta ocasión, los inéditos Dark Eldar y las Sisters of Battle.

Los añadidos no se limitan a las dos nuevas facciones, pues otras ya conocidas también han recibido actualizaciones en forma de unidades nunca antes vistas, o mejoras para las ya conocidas. Entre las adiciones más destacadas de las razas ya conocidas con anterioridad destacan el Nightwing de los Eldar, una nave voladora muy ligera con gran velocidad; el bombardero de la Guardia Imperial, unidad aérea de gran poder destructivo; o el Necron Deceiver, una revisión del Nightbringer de esta raza que supone su compensación por no disponer de naves.

En el modo individual, y sobre el tablero por turnos, cada una de las razas tiene una peculiaridad concreta. La de los Dark Eldar es, por ejemplo, la de desplazarse en cualquier momento a cualquiera de las puertas que a este efecto hay en cada planeta en el mapa 2D, y la de las Sisters of Battle es la de construir edificaciones en el campo de batalla antes siquiera de pisarlo. Debemos barajar cual de estos “bonus”, en conjunción con el corte del ejército, nos conviene más a la hora de elegir nuestro bando, pues la batalla será larga y ardua.

Una vez hecho esto accederemos al mapa por turnos, con el objetivo primordial de someter con nuestros ejércitos a los cuatro planetas y tres lunas del complejo estelar Kaurava. Quien haya gozado de la soberbia expansión Dark Crusade estará ya convenientemente al tanto del funcionamiento de este sistema, pero quien no haya tenido oportunidad de disfrutarlo debe saber que se trata de un marco en el que mediante movimientos de un territorio por turno, iremos accediendo a batallas en tiempo real que dilucidarán la propiedad de cada región. Cada una de estas zonas tiene unos valores concretos de suministros que nos reportan, y algunos de ellos tienen bonificaciones concretas muy suculentas, como unidades de infantería extra, vehículos o mejoras para el movimiento de las tropas.

De este modo nosotros nos movemos pero el enemigo también, y durante la campaña deberemos acometer acciones de defensa y ataque para mantener nuestros territorios y ocupar nuevos. Para destruir una facción por completo basta con conquistar su fortaleza, todas las razas tienen una aparte de sus territorios bajo control, y es la posesión más preciada porque puede determinar nuestra derrota en caso de perderla.

Soulstorm sencillamente es un “más y mejor” de Dark Crusade. De nuevo se descuida el hilo argumental de la campaña para favorecer un desarrollo totalmente libre en el que seamos nosotros quienes decidamos cuando, donde y a quien atacar.

El Amanecer de la Batalla

Una vez sobre el campo de guerra, ya en formato tridimensional y en tiempo real, el jugador se da cuenta de que a pesar de el cambio del estudio responsable y de las novedades que incluye el título, Soulstorm no deja de ser un Warhammer, y como tal mantiene intactos todos sus vicios (escasos) y virtudes (la mayoría).

Es una jugabilidad frenética, donde lo que más importa es el construir más, mejor y más rápido que nuestros rivales, para dotar a nuestras unidades de las más avanzadas mejoras de su equipamiento que serán las que, al fin y al cabo, desequilibren el combate.

Como es santo y seña de la saga cada facción tiene, en esencia, las mismas edificaciones y con idénticas funciones, sólo que éstas presentan aspectos y matices diferenciadores. Por ejemplo, en las Sisters of Battle todas las construcciones tienen un aspecto blanco e inmaculado y responden a nombres como Capilla, Santuario o Convento. Entre sus tropas destacan por su potencia el Inmolador, un vehículo de asalto lento pero muy resistente, armado con potentes lanzallamas; y el Penitente, una suerte de robot de gran altura que también escupe fuego, y que está especializado en el combate cuerpo a cuerpo.

Los Dark Eldar, por su parte, son fácilmente reconocibles por la forma siniestra y tenebrosa de sus edificaciones, y cuentan con una especie de “forja de almas” llamada la Cámara de los Esclavos, que les permite recolectar las almas de sus enemigos para procesarlas. Una vez erigida esta construcción y dotada de las mejoras convenientes se muestra un marcador de “esencia de almas” que nos informa de la cantidad de este recurso de la que disponemos, y al mismo tiempo se activan una serie de iconos sobre el menú para acceder a acciones rápidas relacionadas con este poder que consumirán unidades del nuevo marcador.

Entre estas acciones destacan la nube de lluvia ácida que corroe las armaduras de los enemigos o el Soulstorm, que da nombre al juego, y que crea una poderosa descarga de energía que puede ser guiada ente las tropas enemigas y que consume la friolera de 275 almas por cada uso.

Las unidades aéreas, por su parte, son una adición bienvenida a la fórmula, pues dotan al ritmo de las partidas de un tempo todavía más rápido y frenético que el de sus predecesores. Lo cierto es que las naves no tienen en su mayoría el peso y la capacidad de desequilibrio que cabía esperar del “elemento más característico del juego”. Pero la aviación si que ofrece un sin fin de alternativas como, por ejemplo, las de realizar ataques ligeros al estilo de zarpazos, minimizando las bajas con los Lightning Fighters; o la posibilidad de llevar a cabo pesados bombardeos zonales con la aviación más poderosa de la Guardia Imperial.

Las Sisters of Battle y los Dark Eldar se revelan como dos facciones francamente interesantes para el usuario. El aspecto angelical de las primeras contrasta con su fiereza sobre el campo de batalla y con sus espectaculares vehículos; los segundos ofrecen una versión corregida y aumentada de los Eldar, con un uso de las “almas” de los enemigos muertos verdaderamente poderoso

La aviación es tan sencilla de manejar como era predecible, y no se posa en cada desplazamiento; se mantiene perpetuamente en el aire y podemos hacer click en su sombra o en su fuselaje para seleccionarla. Su movimiento es idéntico al de las tropas de infantería, sólo que éste se produce a gran velocidad y las naves pueden sortear todos los accidentes geográficos por grandes que sean.

El multijugador sigue ofreciendo las mismas cualidades que ya se revelaran como imprescindibles en el Dawn of War original. Deliciosas y adictivas escaramuzas en red o a través de Internet, en una verdadera infinidad de mapas para entre dos y ocho jugadores, que disparan la vida útil del título.

Reciclaje Visual

Warhammer 40.000 Soulstorm es, en lo visual, un juego muy parecido a sus entregas predecesoras. El engine, que ya data de 2004, sigue aportando espectacularidad y brillantez a las batallas, pero comienza a acusar seriamente los años transcurridos. Ha habido pocas mejoras a nivel gráfico, pero entre ellas llama poderosamente la atención la espectacular representación del fuego, sin lugar a dudas uno de los efectos más cuidados del juego.

La mayor deficiencia a nivel visual que presenta Soulstorm es la que ha plagado desde siempre a la saga Warhammer, y es la de la escasa distancia de visionado que ofrece. Esto no es un problema en absoluto notorio si se emplea la cámara por defecto sin modificar su ángulo, no obstante si la inclinamos para tratar de buscar el horizonte nos encontraremos con edificios que se generan a escasa distancia; y este es, muy probablemente, el secreto del genial rendimiento que ofrece el juego en casi cualquier ordenador que cumpla los bajos requisitos mínimos.

Las unidades aéreas son uno de los principales aditivos a la fórmula Dawn of War. Sin embargo su uso es muy similar al de los vehículos de tierra “de toda la vida”, más rápidos y más versátiles, su única peculiaridad es que llegan a lugares donde otros no pueden.

Y es que las series Warhammer siempre han sido un brillante ejemplo de optimización y escalado de opciones, para llegar a una altísima gama de equipos informáticos; sin embargo Soulstorm es con toda certeza la entrega que mayor rendimiento saca de nuestro sistema. Cierto es que ya llevamos un buen puñado de parches que han ido mejorando la tasa de imágenes por segundo de las anteriores expansiones de forma notable, pero Soulstorm es con diferencia el episodio que “mejor se mueve” de toda la saga.

En lo sonoro hay que destacar que el apartado musical sigue siendo tan majestuoso e inspirado como antaño, sin embargo esto se debe a que permanece íntegro desde la primera entrega de Dawn of War. Por lo tanto es una banda sonora que se adapta como un guante al oscuro mundo de Warhammer pero que, no obstante, comienza a acusar el fortísimo reciclaje al que se está viendo sometida.

El juego llega, como es costumbre en Warhammer, traducido sólo en sus textos, y con las voces íntegramente en inglés. Esto con el alto nivel del doblaje original y lo arriesgado del resultado que una traducción al español podría ofrecer, se nos antoja una decisión razonable.

Valoración de Warhammer 40K: Soulstorm

Warhammer Soulstorm es una gran expansión, que no por ofrecer “más de lo mismo” debe ser ignorada por los usuarios. Dawn of War siempre ha sido un refugio cálido y entrañable donde los aficionados al género de la estrategia-acción se han sentido como en casa, y la nueva expansión no es, desde luego, un caso excepcional de lo contrario. La nueva y mastodóntica campaña ya de por si justifica su compra, y las nuevas razas son un aditivo interesante que le aporta un “plus” de interés.


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