viernes, 11 de mayo de 2007

Prince of Persia: Las Dos Coronas

Tras derrotar al Dahaka, el Príncipe regresa a su Babilonia natal en busca de paz y descanso. Un retorno contrario a lo esperado y que desatará su aventura más explosiva y original para cerrar la trilogía.

Cerrar una trilogía no debe ser nada fácil, y menos aún llegar a realizar tres videojuegos basados en un mismo personaje y sus habilidades especiales, tratando además de innovar y mejorar de una a otra entrega. Son muy pocos los títulos que lo hacen, y no me refiero a llegar a lanzar tres o más juegos basados en un mismo personaje, que de esos hay unos cuantos, sino a llegar a contar con una trilogía de marcado éxito y que además, sea adictiva y no se limite a explotar literalmente el filón de la primera parte. Este es sin duda el caso de la trilogía del Príncipe de Persia, o la trilogía de Las Arenas -como la llaman sus creadores-, cuyo ciclo concluye posiblemente con la mejor de las tres partes, Prince of Persia Las dos Coronas.

Acrobacias persas

Si por algo se ha caracterizado siempre Príncipe de Persia, es por su sistema de juego basado en las fluidas acrobacias del protagonista utilizadas como guía para resolver puzzles situacionales y combates cuerpo a cuerpo. A esto hay que sumarle un control ajustado, una progresión argumental, un nivel gráfico y de animación sobresaliente, y una gran ambientación que como no, se encuentra igualmente disponible en Las dos Coronas.

Sigilo y muerte súbita. Dos nuevas y brillantes incorporaciones para cerrar la trilogía que aportan al juego mayores dosis de acción, táctica y tensión.
La verdad es que el modelo de juego no varía en absoluto respecto a las dos entregas anteriores. Bajo un desarrollo lineal perfectamente estructurado, seremos guiados por una atractiva historia narrada por Kaileena, que veremos como va cobrando forma según se desarrollan los niveles y que, casi sin darnos cuenta, da lugar a una gran aventura de acción con mucho sentido, repleta de saltos, carreras por las paredes, balanceos entre soportes, acrobacias varias y combates a puñal dignas de las mil y una noches. En esencia el patrón es el mismo, sólo que la inserción de nuevas mejoras, habilidades y mecánicas, han ayudado a perfeccionar el título y presentar un acabado impresionante en todos sus aspectos.

Arde Babilonia

Tras derrotar al demonio Dahaka en el capítulo anterior, el Príncipe regresa a Babilonia con Kaileena, la enigmática Emperatriz del Tiempo. Pero en vez de encontrarse la paz que reinaba desde antaño, lo que descubren es una tierra en llamas devastada por la guerra y una brutal conspiración contra la misma Kaileena, que se va destapando tras su rapto. El Príncipe trata de seguirla al Palacio y la encuentra muerta a manos de un poderoso enemigo. Su muerte libera las Arenas del Tiempo que alcanzan al Príncipe y amenazan con destruir todo a su paso. Perseguido por las calles y buscado como un fugitivo, el Príncipe descubre que las arenas le han contaminado y le llevan a convertirse en un Príncipe Oscuro, cuyo espíritu le irá poseyendo gradualmente.

Dos príncipes, doble diversión

Al principio de forma involuntaria, pero luego totalmente bajo control, nuestro querido príncipe se transforma en una especie de demonio oscuro con nuevos poderes, movimientos y armas, que se complementa de maravilla con su otro Yo y aporta diversidad y riqueza al juego. Este príncipe oscuro es mucho más poderoso en combate y cuenta con una versátil cadena que puede usar para estrangular a los enemigos o colgarse en los escenarios, aunque su energía desciende muy rápidamente y nos obliga a una constante búsqueda de arenas del tiempo para restaurarla y poder seguir controlándolo.

Su otra personalidad, el Príncipe de la luz, como ya sabrás, dispone de un puñal que maneja con gran maestría como arma principal, aunque en Las Dos Coronas, el Príncipe puede igualmente hacer uso de otras armas de los enemigos como espadas, hachas, mazas o porras entre otras, que poco a poco se desgastan con el uso y que incluso pueden lanzarse.

Cada príncipe tiene sus ventajas e inconvenientes que deberemos aprovechar en cada momento, aunque curiosamente los dos conviven en un mismo interior e incluso hablan entre ellos.

En Prince of Persia Las Dos Coronas podrás controlar tanto al Príncipe como a su alter ego, el Príncipe Oscuro. Cada uno con sus armas y estilo propio de lucha.

Sigilo y muerte rápida

Desde su anterior aventura, el Príncipe también ha aprendido nuevos movimientos, como deslizarse por huecos o apoyarse entre dos paredes, que le ayudarán en su faceta más exploradora. Incluso puede conducir cuadrigas en trepidantes carreras.

Pero las novedades más importante en Las Dos Coronas son sin duda la incorporación del ataque sigiloso y un sistema de muertes rápidas totalmente acertado que engrandecen la forma de jugar y le añaden un fenomenal toque de táctica y tensión. Ahora podemos acercarnos sigilosamente a uno o varios enemigos, posicionarnos, y ejecutar una espectacular aniquilación que termine con el problema de raíz. Lógicamente no es un sistema infalible y a veces no resulta, pero cuando se combina con el sistema de muertes rápidas es el no va más. Este sistema consiste básicamente en una nueva modalidad de combate semi-automática que permite ejecutar una muerte súbita a cámara lenta, mediante la pulsación de las teclas de acción en el momento exacto. Sencillo pero efectivo.

Técnicamente, Las Dos Coronas mantiene un nivel muy parejo a la anterior entrega, con una ambientación soberbia, animaciones muy fluidas, un audio espectacular traducido y doblado al castellano, y una música de lujo.

Valoración de Prince of Persia: Las Dos Coronas

Prince of Persia Las Dos Coronas supone una excelente culminación para una fantástica trilogía. La inserción de nuevos mecanismos de juego como el sigilo y la muerte súbita, el buen equilibrio entre combate, exploración y habilidad, la aparición del carismático y divertido Príncipe de la Oscuridad y su compacto nivel técnico, le otorgan un acabado que encandilará tanto a los seguidores de la saga como a nuevos jugadores que busquen un título sólido y muy jugable.


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